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Château de Versailles |
No nos atrevemos a mirar, observar, contemplar. El reflejo de nuestra imagen, pulida y esmaltada, que sobresale y quiere cabalgar por si misma. Sombra de un ayer pero imagen presente que se niega a caminar. Estática pero erguida mantiene la compostura sobre un estanque en calma y pacífico que se deja admirar bajo un frío intenso. Estatuas protegidas tras mantos blancos, cuerdas en la cintura ocultando su rostro. Queda tiempo para que resplandezcan con todo su esplendor entre pasadizos de turistas, tierra arcillosa y calor sofocante.
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