Vacíos, aislados, solitarios, no pasa nada, ni nadie, se han quedado vacíos. Siguen esperando, ser ocupados, acogiendo cuerpos agotados. Alivian andares apesadumbrados que eligen, se sientan, descansan. Nada ni nadie ocupa su lugar, es su momento, su sitio, su espacio. Historias que acercan vidas, irrepetibles en ese espacio. Comparten tiempo, se confían, debaten el tiempo, el descanso.
Olvidada, apartada, sin hueco en el calendario, atrayendo pereza y desazón, dilatando, esperando, dejando pasar. Objetivos estancados, planes desesperados, tenue luz de cada pasión. Retomas viejos hábitos, habilidades, abriendo de nuevo tus capacidades. Volver a la rutina, tu rutina, sintiendo inquietudes, estableciendo de nuevo horarios, ordenando tu mente, clarificando...perdidos pero encontrados.
El día toca a su fin, se evapora, horas condensadas, sin instantes de calma. Apresuradas, entran de nuevo en la boca del metro. Trasiego de pasajeros, suben, bajan, entran, salen. Movimiento ordenado, disciplinado, a punto de anochecer. Regreso al hogar, sus tradiciones, esencia espiritual...llega la calma, el sosiego. Generaciones milenarias, implacables contra la adversidad, unión, fortaleza, resistencia y poder mental.
No estás perdido, sólo olvidado, olvidado de ti, de tus sueños. Sigues, no sigues, olvidado y apartado, perdido. Enmarañado por la vegetación, las ramas limitan tu visión, desorientado, no quieres salir, esperas el momento. Pero el momento ha llegado, subterfugio de ideas que se recrean y te encuentras. Ya no estás perdido, te espera la salida, atraviesas el espesor y creas un nuevo espacio. No te sientes olvidado, de nuevo has creado, ilusionado.