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La mente nos devuelve a él
cuando intentamos explicarnos que ha sucedido, por qués inexplicables, sin sentido. Nos cuesta actuar, comenzar de nuevo. Un nuevo día, sus sensaciones, su despertar, nueva aventura por vivir. Acechan las oscuridades, tinieblas y fantasmas del pasado. Desgana y abandono. Lucha interna que debería ser aplacada simplemente con una sencilla acción, un ligero movimiento hacia donde sea, no importa, no importan las metas o retos establecidos, solo están en nuestra mente. Olvidarnos quienes somos y que queremos.
Pequeña tortura, invasora de todo tu cuerpo, arrastras sentimientos que solo están en tu mente y no consigues pararlos, pero puedes, lo sabes. Querer siempre es poder. Salir del laberinto creado, imaginado, placer casi masoquista que nos desciende al mas nimio de los infiernos que nos entierra en un papel de víctima. Sentir que somos víctimas de situaciones injustas solo recrea nuestra pasividad. Olvidamos por completo que la injusticia es muy relativa, todo depende del papel que estás jugando, en que equipo estás y que consideras justo o injusto. Nuestros parámetros digitales alteran la visión clara y precisa de una lógica indescriptible.
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