Hoy en calma, pacífico, tranquilo. Cielo despejado de un azul intenso, aparente silencio. Sin nubes que trascender, respiras y caminas. Permaneces en tu estado, sin elevarte. Dos días intensos de aire ensordecedor, acompasando tu caminar, sin dejarte avanzar. Te limpia, purifica, pero lo sientes. Sientes el movimiento y tu vaivén rápido corta la respiración.
Árboles que se mecen al compás del viento, se inclinan torpemente para rendirse a la majestuosa ráfaga que impone su aire divino. Te adueñas del momento, no piensas, solo sigues caminando, no te doblegas, te eriges en tu propia efigie.
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